Edward S. Dadver
La Historia Postal, según definición de Javier Padín en su Diccionario, es la “Relación y estudio de los hechos y circunstancias concernientes a las comunicaciones realizadas a través del Correo”. Despliega por tanto su estudio sobre el conjunto de sellos, marcas, matasellos y porteos de la correspondencia, para así representar el Correo bien en un determinado periodo, bien en una zona (ciudad, región o país), bien en el conjunto de ambos. En los últimos tiempos se han incorporado nuevas variantes de nuestro coleccionismo: la Clase Abierta, incorporando otros elementos de colección a la Filatelia, a nuestras colecciones. Y ello conforme a unas determinadas proporciones de material filatélico/no filatélico, guidelines, etc.
No sé a ciencia cierta a qué clase de coleccionismo son atribuibles las cartas que vamos a analizar, pues sin descuidar su análisis postal, pretendemos ir más allá, mucho más allá. Son cartas con una determinada “carga” de historia que trascienden de su mero interés postal. Y para ello, a veces esa “historia” nos la van a contar las marcas o franqueos utilizados en el sobre o envuelta, o sea, el propio continente, a veces la destilaremos del interior de las mismas, o sea de la carta propiamente dicha o contenido e incluso de ambas partes, continente y contenido. En el primer caso estaremos moviéndonos en los terrenos de la clase de Historia Postal, en el segundo y tercero en la Clase Abierta. Pero siempre, llevando a sus últimas consecuencias el concepto de Filatelia que nos dejó el Congreso Internacional de Filatelia de Barcelona de 1.960 como Ciencia auxiliar de la Historia.
El objeto de nuestro estudio hoy son tres cartas, entre 1959 y 1961, las tres con idéntico franqueo correcto con sello de 1 peseta de Franco dirigidas a:
Juan Ramírez Reina
Juan León Ramírez
León Degrelle
Todas a Constantina (Sevilla), expresando dos de ellas “La Carlina” y la segunda “Fábrica de locetas (sic)”. Todas dirigidas a la misma persona. Inmediatamente nos surgen las preguntas ¿por qué se cambió, y progresivamente, el nombre? ¿Cuál era el legítimo? Sin ningún género de dudas, el primero, León Degrelle, jefe del partido REX belga, jefe de las Waffen-SS hitlerianas. Aquí, por tanto, estamos ante tres cartas que testimonian la presencia del líder nazi en España, años después del final de la 2ª Guerra Mundial, una de las personas más buscadas y perseguidas por la INTERPOL, el Mossad israelí, por los servicios secretos belgas e incluso los barbouzes del general De Gaulle. Vamos pues con una somera biografía, extraída del libro “León Degrelle y el Rexismo”, de Eric Norling…
“Nació el 15 de Junio de 1906 en Bouillon-sur-Semois, Bélgica, es una de las figuras más destacadas de la historia política de Europa del siglo XX. Con menos de treinta años era ya uno de los políticos más destacados de su Bélgica natal. Su movimiento REX movía masas en una cruzada contra la corrupción política y sentía como la llamada “enfermedad del siglo XX, el fascismo”, como dijera Mussolini, también le atrapaba. Al estallar la II Guerra Mundial y la cruzada contra el comunismo, Degrelle no duda en tomar parte el primero (1). Condecorado con las más altas distinciones al valor existentes, jamás otorgadas antes a un no alemán (2). Degrelle sufre durante el conflicto una evolución ideológica que le hace ir de un populismo socialcristiano al Nacionalsocialismo más radical donde el componente europeísta será esencial y donde la lealtad a la figura de Adolfo Hitler jugaba un papel central (3). Juramento de lealtad del que nunca se retractará y que se convirtió en un punto sin retorno haciendo suya la máxima: MI HONOR SE LLAMA FIDELIDAD, hasta su muerte acaecida en Málaga en 1994” (4).
(1).- En 1941 crea la División de Voluntarios Belgas para el frente del Este, también llamada la Legión Valona (luego 28 División-SS), y se alista como soldado raso. Ascendió por méritos de guerra a la jefatura de la comandancia de la División de voluntarios valones, finalizando la contienda con el grado de General de las Waffen SS. Siempre en el primer puesto de riesgo en el combate. Fue herido en cinco ocasiones, pero sus heridas profundas restañaban y volvía al campo de batalla. En su hoja de servicio se contabilizan 62 combates cuerpo a cuerpo (del Proemio de La Campaña de Rusia, por José L. Jerez Riesco, presidente de la Asociación Cultural Amigos de León Degrelle). Un capítulo poco conocido de la Legión Valona es, que tras la disolución de la División y Legión Azul españolas, más de 500 soldados no quisieron retornar a España y se enrolaron en esta 28 División en los últimos meses de la guerra, bajo el mando de Degrelle.
(2).- Recibió, por su comportamiento heroico, las siguientes medallas y condecoraciones: la Cruz de Hierro de 1ª y 2ª clase, la Cruz del Mérito de Guerra con espadas, la Insignia de los Heridos, la Insignia de Plata de Asalto de Infantería, la Orden de la Sangre —Cruz de Borgoña—, el Distintivo de Oro de Combate cuerpo a cuerpo, la Cruz Alemana de Oro y la mitológica y legendaria Cruz de Caballero con Hojas de Roble que le fue impuesta personalmente por Adolfo Hitler. (id.)
(3).- Hitler, al condecorarlo personalmente con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, afirmó que de haber tenido un hijo, le hubiera gustado que hubiera sido de la estirpe de León. (1944) (id.)
(4).- Hasta su muerte, el 31 de marzo de 1994 en la Clínica Parque San Antonio de Málaga, poco se dice de su estancia en España, donde “La Carlina”, en Constantina, iba a ser su residencia más prolongada. Vamos a ello…
Los primeros meses de 1945 son terribles para Degrelle, por un lado Bélgica ha sido ocupada, sus camaradas son perseguidos, sus familias asesinadas. Mientras, los rusos amenazan con invadir toda Europa y llegar hasta las mismas puertas de Bruselas. Los voluntarios valones combaten en Pomerania con las restantes nacionalidades de la Waffen SS. En abril muere Hitler en Berlín, la guerra se acaba. Degrelle logra escapar y alcanza Noruega. En un avión cedido por Joseph Terboven, Reichkomissar alemán en Noruega que se suicidaría horas después, logra atravesar toda Europa en guerra y llegar a las playas de San Sebastián, donde aterriza accidentadamente el 8 de mayo de 1945 ya sin gasolina, sufriendo heridas que le harían convalecer varios meses.
Los Aliados amenazan invadir España a menos que sean entregados Degrelle y Pierre Laval (político francés, al producirse la derrota francesa, en junio de 1940, Pétain le designó vicepresidente de su Gobierno, pero meses después fue destituido y arrestado por su política pronazi). Liberado por presiones alemanas, sustituyó al almirante Darlan al frente del Gobierno de Vichy (abril 1942-enero 1944), e impulsó el colaboracionismo con Alemania. Refugiado en España al terminar la guerra, fue entregado por Franco a sus compatriotas, que le condenaron a muerte, pero se comprometió a mantener a Degrelle hasta que pudiera moverse del hospital. Degrelle pasa un año hospitalizado, casi totalmente enyesado e inmóvil. Mientras, el gobierno belga decreta la “Lex Degrelliana”, una ley que declaraba ilegal poseer, transferir o recibir, cualquier libro de Degrelle o que hablara sobre él. Se le juzga en ausencia y el 29 de diciembre, se le retira la nacionalidad belga y es condenado a muerte por las potencias vencedoras.
A primeros de enero de 1946, una vez terminados los preparativos, el coronel belga De Lovinfosse, oficial superior belga-británico de los Servicios de Seguridad, llegó a los Pirineos para llevar a cabo la primera operación de tentativa de secuestro. No tenía gran riesgo, puesto que cómplices españoles a sueldo —doscientas mil pesetas— habían preparado el traslado a la prisión de Pamplona desde el hospital de San Sebastián y habían fijado el lugar en donde el coche, con pretexto de avería, se pararía en plena carretera, cerca de la localidad de Lecumberri. Ese secuestro había sido ordenado por escrito por el primer ministro belga en persona, Van Acker. La seguridad francesa, prevenida oficialmente en París, había puesto sus vehículos y sus mejores agentes de Burdeos a disposición del coronel de Bruselas. Todos los documentos belgas y franceses relativos al caso fueron publicados después por el coronel De Lovinfosse.
La presión internacional obliga al régimen español, en su ánimo de protegerlo, a una charada. El propio Degrelle lo explica en una entrevista…
“Cuando quince meses después de mi aterrizaje forzoso, al gobierno español, verdaderamente, ya no le fue posible resistir a las presiones belgo-anglo-americanas —pues los embajadores del Reino Unido y de los Estados Unidos también hostigaban a Franco verbalmente y por escrito— dio su conformidad a mi expulsión, con la restricción mental de que no se me expulsaría.
La expulsión teórica tuvo, pues, lugar el 21 de agosto de 1946. Pero fue a un falso Degrelle a quien se le condujo hasta la frontera portuguesa. Durante ese tiempo, en el coche del conde de Mayalde, embajador de España y alcalde de Madrid, y de su mujer, la encantadora duquesa de Pastrana, corría hacia el primero de mis refugios. Poseía una documentación en regla a nombre de Juan Sanchís, polaco. Sospechando mi pobreza, Franco, personalmente, había deslizado entre la documentación veinticinco mil pesetas, suma bastante considerable entonces. Iba a pasar de escondite en escondite. Los que querían mi pellejo me perseguirían durante decenas de años.”
Tras un tiempo escondido en Sierra Morena, desde donde amparado por Franco comienza sus negocios, a comienzos de los cincuenta llega a Constantina, y de obrero llegó a fundar su propia compañía de construcción. Fue tan exitosa su empresa que, paradójicamente, el gobierno de EE.UU. le encargó la construcción de campos aéreos en España, adquiriendo la finca La Carlina, y convirtiéndola en un palacete con bustos romanos y edificando cincuenta casas para los americanos… “Todos aquellos militares americanos querían fotografiarse a mi lado con mi guerrera y mis condecoraciones del frente del Este. Asistieron en masa a las bodas de mis dos hijas a las que llevé al altar con todas mis cruces gamadas al viento. La prensa internacional publicó, horrorizada, las fotos.”
Es en La Carlina, la finca a donde van dirigidas las cartas que nos ocupan y en este tiempo, donde va a sufrir varios intentos de secuestro…
“el más importante de ellos el organizado por el subdirector general de la Seguridad de Israel, Zwy Aldouby. Aldouby y su equipo penetraron en España, equipados y armados de un modo formidable, y financiados a medias por una gran revista americana, que había comprado por anticipado el relato del secuestro. (…) amigos en el extranjero desde tres meses antes me tuvieron con exactitud al corriente del proyecto. Cuando ellos creían que estaban a punto de ganar la partida, cuando las líneas telefónicas de mi propiedad de Constantina ya habían sido cortadas y todos los perros de la vecindad habían sido envenenados para que no hubiera la menor alerta, la policía española, prevenida por mí, se les echó encima. Aldouby y sus sicarios, encerrados en prisión, fueron condenados por un Consejo de Guerra en Barcelona, en agosto de 1961, a ocho y diez años de privación de libertad. Su gran coche, un Lincoln, estaba provisto en el maletero de una especie de ataúd con un dispositivo con narcótico: me hubieran metido allí, sin excesivos cuidados, hasta que el coche hubiera llegado al barco, dispuesto a levar anclas no lejos de Málaga.
Los judíos organizaron una segunda tentativa desde Amberes. Los candidatos a secuestradores fueron pescados en Bilbao, en el momento en que desembarcaban.
Una última tentativa de secuestro fue preparada, esta vez, por “barbouzes” del general De Gaulle. Este último detestaba a Spaak, socialista que se oponía a su plan europeo de tendencia nacionalista. Sabiendo que yo podría demoler políticamente a su adversario en un gran debate judicial, De Gaulle planea entregarme al gobierno belga, con la muy hipócrita condición de que se me hiciera un proceso público, pues él contaba con que yo haría trizas a Spaak, redundante adversario de sus proyectos.
Los secuestradores del glorioso general no tuvieron más suerte que sus predecesores belgas o islarios (israelís). Fueron detenidos por la policía española junto a la misma valla de mi propiedad. Se les expulsó discretamente”.
Aquí tenemos, por tanto, una razón de peso que justificase el cambio de nombre que se produce en estos años, como podemos observar en las cartas. Pretendía vivir de sus libros y de sus conferencias, pero no fue así. No pudo afrontar los gastos que le sobrevinieron al derrumbarse parte de la construcción de las casas de La Carlina, por mala construcción. Los americanos se habían marchado y no se habían vuelto a alquilar sus casas, de manera que al no poder pagar le embargaron la propiedad. León Degrelle, o Juan Ramírez Reina se marchó de Constantina, parece ser a la Costa del Sol, sobre el año 1963.
En 1985, se emitieron en TVE unas declaraciones de León Degrelle y la revista Tiempo publicó una entrevista, donde negaba la existencia de los campos de exterminio y de las cámaras de gas (véase en este sentido su Carta al Papa Juan Pablo II de 20 de mayo de 1979, con motivo de su visita a Polonia). Violeta Friedman, presidenta honoraria de Movimiento contra la Intolerancia, asistida por la organización judía de Derechos Humanos, B'nai B'rith, llevó a este nazi ante los tribunales españoles demandándole por el derecho al honor de su pueblo, derecho que fue reconocido por el Tribunal Constitucional por Sentencia de 11 noviembre de 1991, al fallar a su favor conforme a los artículos 16 y 20 de la Constitución Española, asentando como principio jurídico que ni la libertad ideológica, ni la libertad de expresión podrán ser utilizadas para difundir ideas racistas y xenófobas.
Muy recomendable su libro Mis Memorias, sobre su experiencia en Auschwitz, que las finaliza con lo que es su legado…
"He querido contar mi historia sencillamente como un testimonio más, para que no se olvide nunca, para que los testimonios de quienes allí estuvimos sean una antorcha que ilumine a nuestros hijos por el camino de la Tolerancia y la Paz. Quizá, y este es mi mayor deseo, así las semillas del odio no vuelvan a brotar de nuevo, y el mundo pueda decir siempre, lo que nosotros jamás nos cansaremos de repetir: nunca más".
Cuantas veces hemos oído últimamente en España esta frase en otros contextos…
Dr. E. S. Dadver
e.s.dadver@gmail.com
New Castle-on-Tyne
Fotografías: La Vanguardia, El Correo, Colección particular. Internet