EL CRUCERO PROTEGIDO DE 1ª CLASE “REINA REGENTE”
Manuel García
La vieja foto usada de “modelo” es del Museo Naval de Madrid, y en la misma, un texto indica “REINA REGENTE. “New-York 1893”. Cuando la vi, me dije “la pinto”. Es una toma desde tierra muy bonita, con el buque por el través a velocidad reducida, varios oficiales en el puente y la escala de estribor a medio bajar. Salvo mejor opinión, están cerca de New York a la espera del “Pilot” (Práctico) para el anclaje en el lugar asignado para la Revista Naval Internacional, con buques de EE.UU (13), España (3), Gran Bretaña (4), Francia (3), Brasil (3), Rusia (3) Italia (2), Alemania (2), Holanda (1) y Argentina (1). En total 35 buques de guerra, de los que tres son españoles: los Cruceros “Reina Regente”, “Infanta Isabel” y el Torpedero “Nueva España”. También, una réplica de las naos de Colón, llevando a remolque la réplica de la “Santa María” desde la Habana. Días antes, todos los buques habían tenido un encuentro en Hampton Roads (Va.), con la natural curiosidad de cientos de personas, que a bordo de embarcaciones menores (previo pago), navegaban entre los buques. Sin duda, un espectáculo único. El 24 de abril de 1893, van levando anclas rumbo a New York. Dos días después, el 26, a bordo del USS “Dolphin” PG-24, el presidente de los EE.UU. Stephen Grover Cleveland pasó revista a todos los buques. El motivo de dicha Revista Naval, fue la Exposición Colombina de Chicago, con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América.
El “Reina Regente” fue construido en el astillero James & George Thompson de Clydebank. de Glasgow (Escocia), siendo puesta la quilla en 1886, botado en 1887, entregado en 1888 y baja por hundimiento en 1895. El nombre lo llevaba por María Cristina, “Reina Regente”, viuda de Alfonso XII, al ser menor de edad su hijo, el Rey Alfonso XIII. Desplazaba 5.620 Tns. con una eslora de 97,3 mts., manga 15,4 mts. y calado 6,30 mts. Armamento: 4 cañones de 240 cm. 6 de 120 cm. 6 de 57 cm. 1 de 42 cm, 2 ametralladoras de 11 cm. y 5 TLT de 355 mm. Velocidad: 20,5 nudos con autonomía de unas 12.000 millas. Dotación: 412 hombres.
Hubo un segundo Crucero protegido de 1ª Clase, también llamado “Reina Regente”, con tres chimeneas, 5.871 Tns de desplazamiento, diferente calibre artillero, etc. que se botó en Ferrol en 1906, se entregó en 1910 y se dio de baja en 1926.
La Bandera de Combate, se le entrega en Barcelona, coincidiendo con la Exposición Universal de 1888. Los siguientes años fueron de gran actividad para el “Regente” como le llamaban, con comisiones a Génova, USA, etc. A su regreso de N.Y. mostró su potencial artillero durante la Guerra de Melilla, actuando hasta 1894 sobre la costa africana. En varias ocasiones, sus comandantes enviaron informes al Ministerio de Marina, sobre el mal comportamiento del buque con mar gruesa, mala ventilación, escasa habitabilidad, etc. a lo que se hizo caso omiso, siendo la causa de su pérdida. En el invierno de 1895, se encontraba en reparación en La Carraca (Cádiz), siendo designado para llevar a Tánger a la Comisión Marroquí, que en nombre del Sultán, puso fin a la Guerra de Melilla. Zarpan desde Cádiz el 9 de marzo de 1895, llegando sin novedad a Tánger, tras siete horas de navegación, fondeando en la rada y transbordando a los viajeros a un remolcador que los lleva al muelle, en difíciles circunstancias, por el temporal de Levante. Ante esta situación, la prudencia aconsejaba esperar que amainara, aunque no era el primer temporal que había corrido el buque. Sin embargo, como al día siguiente, se iba a botar en Cádiz el Crucero “Carlos V” deciden levar anclas, zarpando a las 10,30 horas del 10 de marzo de 1895. Tres horas después, la tragedia se había consumado para el “Regente” y los 412 hombres que iban a bordo. El sobrepeso, la falta de flotabilidad, el grueso armamento dentro de un tamaño limitado, el bajo franco bordo y la tormenta, hacen que en un momento de su lucha contra el mar embravecido, clave la proa y no retorne a la superficie. Se va al fondo del mar. Nadie sobrevive. Hoy día, sólo queda en su recuerdo, una placa donada por el Arsenal del Departamento de Ferrol y expuesta en la Iglesia de San Francisco con los nombres de todos los desaparecidos... y dos “coplillas”. Una en Cádiz, decía: “Que barquito será aquel que viene pegando tumbos? .Será el Reina Regente que viene del otro mundo”. La otra, en Cartagena: “Cuando de Tánger volvía, naufragó el Reina Regente. Vecinos de Cartagena, llevaba
noventa y nueve”. La mayor parte de la dotación era de Galicia.
Barcelona, 11 de enero de 2021
Manuel García. Investigador de Historia Postal y Acuarelista naval.
José Ivars Ivars /Divulgador e investigador filatélico
La correspondencia epistolar entre enamorados, ha dado mucho juego a lo largo de la historia a escritores y novelistas. En aquellos tiempos en los que solo las cartas eran la única forma posible que tenían dos enamorados en la distancia, de mantener el contacto, recibir una epístola del ser amado y guardarla, era algo habitual.
Los protagonistas de la historia eran una pareja joven de enamorados cuya relación pareció ser el secreto mejor guardado de la época. Corría el año 1847 cuando James Wallace Hoff, un jovencito de la ciudad de Alexandria en el estado de Virginia, mantenía en secreto una relación sentimental y a distancia con Jannett H. Brown, de Richmond (Virginia), con la cual se carteaba (precioso termino) a menudo, pero a escondidas dado que sus familias se oponían a este noviazgo por razones de ideología religiosa, una familia era presbiteriana y la otra episcopaliana, además de ser primos segundos.
Tenían como norma el no guardar ninguna carta recibida para que nunca pudieran sus familias descubrir ese amor que se profesaban. De hecho en esta carta, como en tantas otras, solía terminarlas diciéndole a Jannett “…que arda como de costumbre…” (1), en claro significado de que una vez leído el contenido intimo que el uno escribía al otro, su mayor secreto tendría un final de novela, ó incluso de película. Menos mal que Jannett, en una de esas ocasiones en las que recibió carta de quién al final se convertiría con el tiempo en su marido, no le hizo caso y guardó fielmente la carta. Con ese gesto le dio a la historia postal americana (y mundial) una de las piezas más importantes que se conservan.
La carta fue escrita y enviada el 24 de noviembre de 1847, justo un par de años después de que el Congreso de los Estados Unidos de América acordase establecer unas tarifas unificadas a nivel federal. El remitente, nuestro enamorado protagonista, usó para enviar la carta un ejemplar del sello provisional (local) (2) emitido por la oficina postal de Alexandria (Virginia) a instancia de su Jefe de correos Daniel Bryan, sin que esté claro si la emisión se puso en circulación en 1847 o un año antes. De esta emisión, una de las más codiciadas de la filatelia mundial, se conocen tan solo 7 ejemplares en todo el mundo, de los cuales 6 son con el color original (o válido) que fue el beige (algunos catálogos lo describen como “en papel ante” y también como “crema”), y tan solo un ejemplar en color azul, que justamente es el que usó nuestro protagonista, y cuya enamorada tan discretamente supo guardar sin saber que un día, pasados los años, ese secreto que mantenían entre ambos, daría a la filatelia mundial una de las piezas más extraordinarias que se conocen.
El sello “azul” de la emisión “provisional” de Alexandria, se le conoce en el argot filatélico como The Blue Boy, en clara referencia pictórica al cuadro del autor británico Thomas Gainsborouhg, en el que se ve a un niño elegantemente vestido con ropa en tonos azulados. Esta emisión de ruda y simple realización, nace fruto de la toma de decisiones que adoptaron algunos jefes locales de correos que ante la falta de los primeros sellos establecidos por el correo norteamericano, se las ingeniaron para realizar sus propias emisiones, con diseños a cada cual más curioso y diferente.
Este con una sencillez extraordinaria, nos muestra un sello circular, sin dentar, que se tuvo que recordar a mano, sin que se sepa la tirada final que del mismo se hizo, pero del que se apunta que se hicieron 2 tiradas, y en el que podemos apreciar un texto encerrado en un círculo de asteriscos que en el tipo “I” son 40 los contabilizados, y en el tipo “II” son 39. En el interior del circulo el texto en color negro “Alexandria Post Office” y en el centro del mismo el valor de 5 centavos.
Nuestra carta protagonista, fue fielmente conservada por la pareja de enamorados. Tal vez quién la guardó durante años fuese Jannett, y para James aquella carta que envió en noviembre de 1847, fuese pasto de las llamas como tenían acordado. La verdad es que la pareja finalmente se casó, y fue al fallecer Jannett cuando su hija (también de nombre Jannett (3)) en 1907 la encontró bien guardada en un cajón de una vieja cómoda o armario. Algunas crónicas apuntan que en realidad Jannett nunca hizo caso de los consejos de su marido, por aquel entonces novio enamorado, y lo que su hija encontró fueron todas las cartas (sobre y contenido) que durante tantos años había recibido de forma clandestina o secreta. ¡Y entre todas ellas, una destacaba por encima de las otras!
Debió ser un hallazgo muy especial para ella aunque desconocía lo que entre manos tenía filatélicamente hablando. Pero lo quiso averiguar, y desde entonces este pedazo de la historia postal americana ha llevado un periplo filatélico destacable, formando parte de muchas colecciones privadas, y atesorando un valor que cada vez que sale a subasta alcanza cifras de vértigo.
En 1981 (4) su valor llegó al millón de dólares, precio por el que se ha vuelto a vender recientemente (2019) (5). Sin menospreciar el valor alcanzado, este sello inalcanzable para la mayoría de los mortales filatelistas, nos viene a demostrar nuevamente que a través de la correspondencia epistolar, en especial de aquellas románticas épocas que una comunicación postal como única herramienta de comunicación, se pueden encontrar historias de un calado significativo. Si bien el interior de la carta en ocasiones poco o nada tiene que ver con la filatelia, en esta ocasión sello y misiva están unidos de por vida, como lo estuvieron James y Jannett.
Notas: